Encontré en estos últimos días dos artículos en El Tiempo que hablan sobre la cultura china en la actualidad. El primero asegura que el 70% de los adolescentes chinos odia a sus padres por la alta exigencia de resultados a la que están sometidos dado que son la primera generación de hijos únicos, llamados los "pequeños emperadores". El otro habla sobre la falta de educación de los "nuevos ricos" chinos lo que los obliga a tomar clases de buenos modales. Encuentre los vínculos abajo aunque pueden no funcionar después de algunos días dado que este periódico restringe las consultas después de una semana.
Me pareció interesante hablar sobre China por muchas razones: es el próximo imperio dada la decadencia de los Estados Unidos y la aparente parálisis europea y rusa; por el contraste con nuestra cultura latinoaméricana donde por más fastidiosos que lleguen a ser nuestros padres nunca alcanzan ese grado de odio manifestado en China. También porque a veces pienso que a nuestros nuevos y viejos ricos también habría que darles esas clases de "etiqueta".
Lo que vemos en las calles, al menos en las bogotanas, es la manifestación de los malos modales de los ricos, su arrogancia y la de sus cuerpos de seguridad. No es necesario que sean nuevos aunque se hacen palpables los comportamientos de los enriquecidos a punta de negocios ilícitos y los de quienes adquierieron fortuna recientemente por medios legales o tal vez menos ilícitos. Manejan su vehículo de la misma forma, son igual de escandalosos en sus fiestas y los radios de sus automóvles, van a los mismos restaurantes y se hacen rodear del mismo tipo de personas. Tal vez se les reconoce algo en la forma de vestir y de hablar aunque cada vez esas fronteras son más difusas.
Hay muchos "viejos ricos" que se comportan de la misma manera y los podemos encontrar en la clase política y en los industriales que basan su éxito en la opresión de sus empleados y en ciertos negocios turbios. Sin embargo también se encuentran verdaderos caballeros y damas para quienes el dinero es una posibilidad más de enriquecer su vida en otros aspectos pero siguen siendo sencillos y humildes.
Parece que en China pasa lo mismo aunque por la Revolución Cultural estamos conociendo una generación que no fue educada en modales y les faltó instrucción de todo tipo porque el todopoderosos estado lo veía innecesario y contrario a la revolución. Allá, como acá, las costumbres no son necesariamente las más adecuadas al protocolo y es lógico que el recibir más ingresos no te convierte automáticamente en Gloria Valencia de Castaño.
Acerca del otro tema, me da vueltas en la cabeza eso de odiar a los padres. Las diferencias culturales entre este lado del planeta y el que en este justo instante pasa la noche hacen que sea posible ese comportamiento. Primero pienso que es parte del ruido suministrado por la prensa. Aunque retomando las costumbres de la revolución cultural y los regímenes comunistas totalitarios donde la persona pasa a un segundo plano y lo importante es el estado y la comunidad en general, no sería raro que se haya creado una independencia de tal magnitud que se piense que ese apego a la familia sea algo contraproducente para el sistema. Ahora que se funden las costumbre capitalistas con las socialistas debe haber una gran confusión.
¡Cómo hablo de basura!, dándomelas de sociólogo en esta ignorancia rampante. Simplemente percibo una gran diferencia con nuestra cultura donde, para bien o para mal, mantenemos los lazos fuertes con nuestro allegados por toda la vida y las figuras materna y paterna siguen marcando nuestros rumbos muchos años depsués de dejar el hogar donde crecimos, para formar el propio.
http://eltiempo.terra.com.co/vidadehoy/2006-01-05/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2678571.html
http://eltiempo.terra.com.co/vidadehoy/2006-01-04/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2678508.html
Me pareció interesante hablar sobre China por muchas razones: es el próximo imperio dada la decadencia de los Estados Unidos y la aparente parálisis europea y rusa; por el contraste con nuestra cultura latinoaméricana donde por más fastidiosos que lleguen a ser nuestros padres nunca alcanzan ese grado de odio manifestado en China. También porque a veces pienso que a nuestros nuevos y viejos ricos también habría que darles esas clases de "etiqueta".
Lo que vemos en las calles, al menos en las bogotanas, es la manifestación de los malos modales de los ricos, su arrogancia y la de sus cuerpos de seguridad. No es necesario que sean nuevos aunque se hacen palpables los comportamientos de los enriquecidos a punta de negocios ilícitos y los de quienes adquierieron fortuna recientemente por medios legales o tal vez menos ilícitos. Manejan su vehículo de la misma forma, son igual de escandalosos en sus fiestas y los radios de sus automóvles, van a los mismos restaurantes y se hacen rodear del mismo tipo de personas. Tal vez se les reconoce algo en la forma de vestir y de hablar aunque cada vez esas fronteras son más difusas.
Hay muchos "viejos ricos" que se comportan de la misma manera y los podemos encontrar en la clase política y en los industriales que basan su éxito en la opresión de sus empleados y en ciertos negocios turbios. Sin embargo también se encuentran verdaderos caballeros y damas para quienes el dinero es una posibilidad más de enriquecer su vida en otros aspectos pero siguen siendo sencillos y humildes.
Parece que en China pasa lo mismo aunque por la Revolución Cultural estamos conociendo una generación que no fue educada en modales y les faltó instrucción de todo tipo porque el todopoderosos estado lo veía innecesario y contrario a la revolución. Allá, como acá, las costumbres no son necesariamente las más adecuadas al protocolo y es lógico que el recibir más ingresos no te convierte automáticamente en Gloria Valencia de Castaño.
Acerca del otro tema, me da vueltas en la cabeza eso de odiar a los padres. Las diferencias culturales entre este lado del planeta y el que en este justo instante pasa la noche hacen que sea posible ese comportamiento. Primero pienso que es parte del ruido suministrado por la prensa. Aunque retomando las costumbres de la revolución cultural y los regímenes comunistas totalitarios donde la persona pasa a un segundo plano y lo importante es el estado y la comunidad en general, no sería raro que se haya creado una independencia de tal magnitud que se piense que ese apego a la familia sea algo contraproducente para el sistema. Ahora que se funden las costumbre capitalistas con las socialistas debe haber una gran confusión.
¡Cómo hablo de basura!, dándomelas de sociólogo en esta ignorancia rampante. Simplemente percibo una gran diferencia con nuestra cultura donde, para bien o para mal, mantenemos los lazos fuertes con nuestro allegados por toda la vida y las figuras materna y paterna siguen marcando nuestros rumbos muchos años depsués de dejar el hogar donde crecimos, para formar el propio.
http://eltiempo.terra.com.co/vidadehoy/2006-01-05/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2678571.html
http://eltiempo.terra.com.co/vidadehoy/2006-01-04/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2678508.html
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