Ir al contenido principal

¿Clemencia para Clemenceau?

Nos cuentan de una manera romántica las penurias de un barco de guerra obsoleto de la armada francesa. Un portaviones de nombre Clemenceau anda errando como un barco fantasma por los mares del planeta ya que debido al alto contenido de amianto (asbesto como el del eternit para nosotros los colombianos) lo señala como un potencial generador de cáncer en quienes vayan a terminar de desarmarlo y convertirlo en chatarra.

Sucede que, por lo viejo del barco, cuando fue construido el material en cuestión no era catalogado entre las sustancias altamente perjudiciales. Fue pasando el tiempo y el amianto demostró su capacidad de generar cáncer a quienes hubieran sido expuestos a él. Cuando cayeron las torres gemelas, aparte del golpe sicológico, se generó pánico por el alto contenido de amianto en los restos pulverizados que se esparcieron por todo Manhattan y parte de New Jersey y Brooklyn. No supe en qué quedo aquello.

El caso del barco incluye el rechazo por diferentes países los cuales exigen que la desmantelación del barco se haga en Francia para que sean los franceses los intoxicados y no cualquier otro país que sea el elegido por su mano de obra barata, a una fracción del costo que tendría el proceso en el país europeo. Ha sido rechazado por Grecia, Egipto, India y seguro que deambulará permanentemente mientras la tripulación se siente en alguna forma proscrita, prohibida o expatriada porque no puede desembarcar de manera normal en algún sitio.

Las notas que he leído muestran el barco como un pobre inocente gigante que deambula sin el amor de nadie por el mundo. Pero un portaviones dista de caer ene sta categoría. Lo veo como parte de la escolta que aisló el atolón de Mururoa cuando Francia realizó sus últimas pruebas nucleares a inicio de los 90 contra las propuestas de medio mundo. Lo imagino circulando arrogante por los mares como muestra del poderío de uno de los países más importantes del mundo, mostrando sus dientes a todo aquel que intentara desviarse del rumbo "correcto" definido por nuestra cultura occidental.

Los que crean en la existencia del karma pueden decir que está recibiendo lo que dio en sus años mozos. Habrá que ver quiénes serán los anónimos obreros quienes en su ignorancia terminen desguazando este monstruo el cual recibiremos algún día en nuestros países en la forma de varillas de acero o algún producto que haya recibido este material en una fábrica china y con ligerísimas incrustaciones del amianto que no pudo ser eliminado del todo.

El portaviones pide clemencia. ¿Será esa una posible traducción libre de su nombre Clemenceau? Hará falta que alguien tenga la compasión de mostrarle el camino como una amable persona lo hizo en "El último viaje del buque fantasma" de Gabo.

http://www.elpais.es/articulo.html?xref=20060116elpepuint_5&type=Tes&anchor=elpporint&d_date=20060116

http://www.clarin.com/diario/2006/01/17/elmundo/i-02801.htm

Comentarios