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1997 - 2007: Contrastes en el Everest

Hace diez años también estaba un expedición colombiana en el Everest. Hace diez años el resultado fue diferente. Al día 60 de la expedición el grupo decide dar por terminado el último intento. La salud y la supervivencia de los expedicionarios estuvo por encima de los deseos de obtener la gloria.

Marcelo Arbeláez, Juan Pablo Ruiz, Manuel Arturo Barrios, repitieron en esta ocasión y en alguna de las expediciones al Himalaya en el intermedio. Muchas cosas han cambiado en estos 10 años, por ejemplo la inclusión de 3 mujeres. No debería ser noticia la participación del género femenino, debería ser tan normal que ni siquiera esa sea la noticia. Pero aún estamos en el camino de reducir las diferencias y sigue siendo notorio que mujeres participen en campos antes reservados a los hombres. Tal vez nuestros hijos puedan llegar a ver ese momento de igualdad.

Como cierre de esta serie del Everest hice la transcripción de la última crónica de 1997. En este blog incluiré solo una parte pero al finalizar hallarán el vínculo al texto completo en un archivo de Word.
Hay miedo en todos los ojos presentes. Cuánto miedo se siente en una expedición al Himalaya. Todo, sin embargo, es concentración, se alistan las unidades de oxígeno de los escaladores y los sherpas. Se bebe mucho líquido, garante de un buen funcionamiento orgánico en el esfuerzo extremo. La partida se ha establecido para las seis de la tarde del 26 de septiembre (6 de la mañana del viernes 26 de septiembre en Colombia). La atención está fija en los movimientos del viento, afuera de las carpas. Las predicciones del clima suponen una definición de los vientos hasta niveles tolerables durante 24 horas. Las veinticuatro horas claves. La ventana. El centímetro cúbico de buena suerte. Pero los vientos parecen burlarse una vez más de los prestidigitadores del clima. La situación es extremadamente tensa. Sonam y Shulding amenazan con descender si los vientos no disminuyen. Dicen que escalar de noche, con esa borrasca y esa temperatura, no puede dejar sino congelaciones. Parece no haber poder humano en convencerlos.Marcelo y Manolo tratán de animarlos. Nada. En el campamento base avanzado todo está en vilo. Juan Pablo, Nelson y el médico Carlos esperan nerviosos en el campamento 1, atentos en prestar apoyo al grupo de punta. Se discute por radio ...

El frío es extremo. El viento se ha estabilizado en unos cuarenta kilómetros por hora. Aquellos que definen la cresta como una caminata, no han estado en ella. Superados varios tramos de cierta dificultad, los porteadores se detienen en la base de un tramo que luce peligroso. Dejan que Marcelo tome la delantera para descifrar el obstáculo. Todos están muy cansados. Marcelo supera el tramo con dificultad. Resbala un par de veces. Hacia abajo bostezan los dosmil metros de la pared norte. La noche es negra, el mundo alcanza hasta donde la linterna frontal lo permita. Llega Manolo. Conversan. Son cuatro nadas en la nada. La voz de Marcelo suena lejana por el receptor en el Campamento Base Avanzado, como si fuera ajena; cada palabra es de suma lentitud: -Campamento Base, consideramos que debemos abandonar, cambio-

Son las once de la noche. Han alcanzado la cota de los 8.200 metros. El viento persisite. Marcelo presenta un precongelamiento en la mano derecha. Hay unos instantes de silencio antes de la conclusión desde la base. -Correcto, Marcelo, felicitaciones a todos por el aguerrido intento, mucho cuidado en el descenso, por favor repórtense desde el campo 2. Aquí permanecemos abiertos para cualquier novedad. QAP-.

Aquí el vínculo a la transcripción completa


Comentarios

Son un@s berrac@s. Saludos desde la Perla del Otún.
En efecto mis respetos, Jaime.

Saludos