Parece ser que finalmente se empiezan a dar las cosas para el intercambio de seres humanos entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC. No me gusta llamarlo "humanitario" porque veo que las partes no tienen, ninguna de las dos, un móvil realmente humanitario sino estratégico. Rezo por que se de y las familias puedan volver a ver a sus seres queridos que serán otras personas completamente diferentes a las que vieron hace años por última vez. Esperemos, también, que el cuerpo del Capitán Guevara sea por fin devuelto a su familia.
En los procesos de negociación deben hacerse concesiones a veces duras. El único problema es que hasta ahora quienes están cediendo son las personas honestas de la sociedad que no soportan el martirio del secuestro así quienes estén retenidos sean extraños para ellos. En todos estos años he visto que la presión por el intercambio se dirigía al gobierno y no a quienes en realidad deberían sufrir esa presión: los secuestradores de las FARC. Claro, es más fácil acusar a un ente reconocido como es el estado colombiano que a los verdaderos culpables escondidos en algún lugar de las montañas de Colombia (¿o de las ciudades de éste u otro país?). Al gobierno debe presionársele por lo que es su verdadera culpa y a los guerrillos por lo suyo. Pero tan confusos que estamos le echamos la culpa al que no es (en doble vía).
Pero en fin, parece que puede ser posible que algún día medianamente cercano veamos el intercambio de personas como si fueran mercancía. Como nos enseñaron en el colegio que hacían los indígenas, a través del trueque: Yo te doy algodón, que es lo que tengo, y tú me das sal porque es lo que tienes. Puro comercio. Pero a las familias y a los propios secuestrados poco les importa y no tienen por qué. Solo quieren que suceda. Como yo pido hoy que ocurra.
Alguna vez escribí un cuento sobre un secuestrado y su esposa. Algún día conocerá la luz porque es, de lo que he escrito en toda mi vida, el que más me gusta. Será un regalo a los secuestrados y sus familias.
En los procesos de negociación deben hacerse concesiones a veces duras. El único problema es que hasta ahora quienes están cediendo son las personas honestas de la sociedad que no soportan el martirio del secuestro así quienes estén retenidos sean extraños para ellos. En todos estos años he visto que la presión por el intercambio se dirigía al gobierno y no a quienes en realidad deberían sufrir esa presión: los secuestradores de las FARC. Claro, es más fácil acusar a un ente reconocido como es el estado colombiano que a los verdaderos culpables escondidos en algún lugar de las montañas de Colombia (¿o de las ciudades de éste u otro país?). Al gobierno debe presionársele por lo que es su verdadera culpa y a los guerrillos por lo suyo. Pero tan confusos que estamos le echamos la culpa al que no es (en doble vía).
Pero en fin, parece que puede ser posible que algún día medianamente cercano veamos el intercambio de personas como si fueran mercancía. Como nos enseñaron en el colegio que hacían los indígenas, a través del trueque: Yo te doy algodón, que es lo que tengo, y tú me das sal porque es lo que tienes. Puro comercio. Pero a las familias y a los propios secuestrados poco les importa y no tienen por qué. Solo quieren que suceda. Como yo pido hoy que ocurra.
Alguna vez escribí un cuento sobre un secuestrado y su esposa. Algún día conocerá la luz porque es, de lo que he escrito en toda mi vida, el que más me gusta. Será un regalo a los secuestrados y sus familias.
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