Soy un animal diurno. Desde hace muchos años me despierto con la aurora entrando por la ventana. Dormir más allá me cuesta mucho trabajo. Por supuesto, muchas veces tengo que levantarme más temprano, cuando aún está oscuro. Pero a los pocos minutos ya empieza verse el azul del cielo. En la noche tengo algo más de tolerancia pero, en general, soy malo para trasnochar y con mucho esfuerzo llego solo hasta medianoche. Todo esto para hablar de los cortos días de 6 horas de luz que en esta época son la norma en Estocolmo. Oficialmente el amanecer es después de las 8 AM y el atardecer finaliza a eso de las 4. A esa hora es de noche.
Levantarme a la hora en que lo hacía en Bogotá, digamos a las 6, ha sido imposible. El despertador del teléfono lanza su aviso a esa hora pero es como si me despertara a las 2. Embotado, a duras penas apago el timbre y vuelvo a dormir hasta que 9 minutos después vuelve y suena. En medio de esa repetición suena también el celular de Claudia y ni por esas logramos despertarnos. Con mucho esfuerzo, y porque ella debe levantarse para ir a la oficina, a eso de las 7 abandonamos la cama. Pero ¡qué dolor!
Poco a poco por la persiana empieza a colarse algo de luz. Cuando salgo a acompañar a Claudia a la estación del metro suele haber, a lo sumo, una luz gris. Otras veces aún es oscuro. Pero pocas horas después empieza a caer el sol, antes de las 3 PM en estos días, y pronto volverá ser de noche por 18 horas.
Es fácil caer en la costumbre del horario solar en la que se desayuna al salir el sol y se come poco después del ocaso. Es aún más fácil dejarse invadir por la pereza y creer que a las 6 ya es hora de dormir. Mantenerse despierto es un ejercicio de voluntad para quienes venimos del trópico y la disciplina ayuda a que la depresión no nos invada. Pero no somos los únicos porque los nativos del país reniegan y se quejan como nosotros de tanta oscuridad. Se pensaría que con el paso de varios inviernos la gente se va acostumbrando pero oigo quejarse a otros latinos (incluso de países con estaciones como Argentina) con varios años viviendo acá, que terminan tirando la toalla buscando la forma de regresar a vivir a sus países. Debe tener también mucho que ver con la soledad, el tema de la entrada anterior, pero uno de los motivos de queja más frecuentes y explícitos es la oscuridad del invierno. Quién sabe de los motivos ocultos.
Es duro ver que cada día es más corto y cada noche más larga. Los suecos celebran la noche más larga del año el 13 de diciembre. Es el día de Santa Lucía, representada por una niña que trae de regreso la luz. Acá ya eliminaron la expresión Santa y la llaman solo Lucía. En realidad la noche más larga no es la de ese día pero es una celebración que, al menos con ese nombre, data de siglos atrás cuando en Suecia se usaba aún el calendario Juliano. También tienen bellas tradiciones de iluminar las ventanas con velas durante el adviento. Las velas son un elemento muy usado acá porque significan esa luz que el sol no nos da pero nosotros nos inventamos la forma de iluminarnos mientras regresa.
En estos días ya no oscurecerá más temprano que el día anterior. Poco a poco el atardecer retrocederá y será unos segundos más tarde. Luego minutos y horas. El amanecer sigue haciéndose cada día más tarde como hasta el 30 de diciembre pero en total, la noche más larga es alrededor del 22 de diciembre y empieza uno a ver en los sitios de internet cómo los ratos de sol son unos pocos segundos más que ayer. Y empieza uno a entender mucho de estos personajes suecos y su cultura.
--- Fotos de un concierto que tradicionalmente se lleva a cabo para la fecha de celebración de Lucía---
Levantarme a la hora en que lo hacía en Bogotá, digamos a las 6, ha sido imposible. El despertador del teléfono lanza su aviso a esa hora pero es como si me despertara a las 2. Embotado, a duras penas apago el timbre y vuelvo a dormir hasta que 9 minutos después vuelve y suena. En medio de esa repetición suena también el celular de Claudia y ni por esas logramos despertarnos. Con mucho esfuerzo, y porque ella debe levantarse para ir a la oficina, a eso de las 7 abandonamos la cama. Pero ¡qué dolor!
Poco a poco por la persiana empieza a colarse algo de luz. Cuando salgo a acompañar a Claudia a la estación del metro suele haber, a lo sumo, una luz gris. Otras veces aún es oscuro. Pero pocas horas después empieza a caer el sol, antes de las 3 PM en estos días, y pronto volverá ser de noche por 18 horas.
Es fácil caer en la costumbre del horario solar en la que se desayuna al salir el sol y se come poco después del ocaso. Es aún más fácil dejarse invadir por la pereza y creer que a las 6 ya es hora de dormir. Mantenerse despierto es un ejercicio de voluntad para quienes venimos del trópico y la disciplina ayuda a que la depresión no nos invada. Pero no somos los únicos porque los nativos del país reniegan y se quejan como nosotros de tanta oscuridad. Se pensaría que con el paso de varios inviernos la gente se va acostumbrando pero oigo quejarse a otros latinos (incluso de países con estaciones como Argentina) con varios años viviendo acá, que terminan tirando la toalla buscando la forma de regresar a vivir a sus países. Debe tener también mucho que ver con la soledad, el tema de la entrada anterior, pero uno de los motivos de queja más frecuentes y explícitos es la oscuridad del invierno. Quién sabe de los motivos ocultos.
Es duro ver que cada día es más corto y cada noche más larga. Los suecos celebran la noche más larga del año el 13 de diciembre. Es el día de Santa Lucía, representada por una niña que trae de regreso la luz. Acá ya eliminaron la expresión Santa y la llaman solo Lucía. En realidad la noche más larga no es la de ese día pero es una celebración que, al menos con ese nombre, data de siglos atrás cuando en Suecia se usaba aún el calendario Juliano. También tienen bellas tradiciones de iluminar las ventanas con velas durante el adviento. Las velas son un elemento muy usado acá porque significan esa luz que el sol no nos da pero nosotros nos inventamos la forma de iluminarnos mientras regresa.
En estos días ya no oscurecerá más temprano que el día anterior. Poco a poco el atardecer retrocederá y será unos segundos más tarde. Luego minutos y horas. El amanecer sigue haciéndose cada día más tarde como hasta el 30 de diciembre pero en total, la noche más larga es alrededor del 22 de diciembre y empieza uno a ver en los sitios de internet cómo los ratos de sol son unos pocos segundos más que ayer. Y empieza uno a entender mucho de estos personajes suecos y su cultura.
--- Fotos de un concierto que tradicionalmente se lleva a cabo para la fecha de celebración de Lucía---
Comentarios
muy interesante, y los que somos querendones y trasnochadores, sufriremos en el verano?
mi esposa sería feliz con esas noches largas, ella si se acuesta a las 4 y se levanta a las 8.. sin ningún miramiento