"Soy rubia y de ojos azules. Llevaré un abrigo negro". Esas fueron las señas que me dio para reconocerla. Inicialmente dije: perfecto. Sólo después caí en cuenta que la gran mayoría de las mujeres en Estocolmo son rubias, tienen los ojos azules y, por esta época, llevan ropa muy oscura. Pensé, entonces, que tal vez no eran las mejores señas para reconocerla. Pero ella me tranquilizó diciendo que seguramente sería la única persona esperando en ese sitio: la entrada principal del Instituto Karolinska, justo bajo las letras doradas. Yo no conocía el sitio entonces supuse que sería suficiente aunque, por si acaso, yo llevaría mi chaqueta roja para que ella me encontrara si yo no lo lograba. En efecto, no es un sitio como para esperar a alguien en comienzos del invierno así que no había riesgo de no vernos. Yo llegué temprano porque mi bus pasó antes de lo esperado. Tuve, entonces, como 10 minutos para tomar algunas fotos y dar unas vueltas antes que ella me dijera “Hi, Mauricio?”
Lina es una mujer joven, alrededor de los 30. Es, en efecto rubia y de ojos azules y es bonita. Ser rubia de ojos azules en Suecia no es garantía de belleza, en especial si uno ha vivido unos días acá y empieza a acostumbrarse a verlas en todas partes. Sin embargo, no puedo negar que hay muchas mujeres muy bonitas y que se arreglan muy bien lo cual las hace más atractivas. Volviendo a lo importante, Lina es la novia de un conocido de Clauz aquí en Suecia y muy gentilmente se ofreció a ayudarme a aclarar mis dudas sobre el Karolinska, el instituto que decide cada año el ganador del premio Nobel de medicina. También dijo que podría hacerme los contactos si yo estaba interesado en visitar alguno de los muchos laboratorios donde se hace la muy famosa investigación médica que surge de esta institución. Está haciendo un doctorado en virología y su proyecto de investigación tiene que ver con identificar los sitios donde el virus de la inmunodeficiencia humana, VIH, se esconde cuando los medicamentos han reducido la carga viral a niveles indetectables pero que permiten el resurgimiento de la infección si se suspende la, hasta ahora, inevitable terapia perpetua con el coctel de fármacos que condujo a reducir los niveles del VIH en la sangre del paciente.
Almorzamos juntos a la espera de María, una amiga suya, sueca también, que está cursando una de las maestrías en las cuales estoy interesado y que también iba a responder mis preguntas, si tuviera, sobre el programa que estudia: Global Health. Mientras tanto Lina me contaba sobre ella, Edward (su novio), sobre dónde aprendió español, su doctorado, sus viajes a San Francisco para trabajar con los pacientes y yo le hablaba de mí, de qué buscaba en el Karolinska, de cuánto tiempo iba pasar en Estocolmo en esta ocasión y varios otros temas. Es una mujer muy amable, me sentí muy cómodo hablando con ella a pesar de mi balbuceante inglés (hasta que dijo que hablaba español y que le gustaría practicarlo). Pero no llevábamos ni cinco minutos en la comodidad de mi idioma, ella hablaba con su acento mitad mexicano y mitad español, cuando apareció María. Procedimos a cambiar de nuevo el idioma de la conversación. No es tan joven como Lina. Es más, dice que es de las de más edad y experiencia profesional en su maestría lo cual termina siendo una ventaja. María está en el programa de Global Health y con cada palabra que hablaba de su maestría me enrolaba más en mi decisión de hacerla. Que, como su nombre lo indica, tiene un enfoque global a diferencia del máster en Public health. Que solo es un año en vez de los dos que toman las demás maestría del Karolinska pero que eso no durará para siempre. Que está contenta con el curso que está tomando ahora que es de enfermedades infecciosas. Que las directivas prefieren un grupo internacional de estudiantes y que tengan bastante experiencia y no sean tan jóvenes. Que ahora que los extranjeros debemos pagar por el estudio en Suecia hay menos postulantes y que las directivas buscan cómo ayudar a los pocos para que no se pierda el carácter internacional del programa. Que los aportes que hacen las personas de más edad y los de otros países hace muy valiosa la discusión en clase. En fin, sin ser grandes descripciones, hubo palabras clave que me hicieron animarme. Mientras tanto Lina hacía preguntas clave que a mí no se me ocurrían y que hicieron en extremo provechoso el almuerzo con ellas dos.
Nos despedimos pensando que no será la última vez en el Karolinska, que haré los contactos para que Lina hable con el esposo de Irma Milena y puedan tal vez hacer algún convenio para trabajar en virología. Lina tal vez venga en unos años a vivir a Latinoamérica, María va a Mozambique como parte de su investigación para el trabajo final de la maestría y yo seguiré viendo cómo organizo mis cosas para estar estudiando y tal vez trabajando en el lugar que era mi sueño profesional en el pregrado, cuando pensaba que la investigación era una opción profesional de verdad. A lo mejor el año entrante o el siguiente estaré contando y sufriendo mi nuevo estudio.
Lina es una mujer joven, alrededor de los 30. Es, en efecto rubia y de ojos azules y es bonita. Ser rubia de ojos azules en Suecia no es garantía de belleza, en especial si uno ha vivido unos días acá y empieza a acostumbrarse a verlas en todas partes. Sin embargo, no puedo negar que hay muchas mujeres muy bonitas y que se arreglan muy bien lo cual las hace más atractivas. Volviendo a lo importante, Lina es la novia de un conocido de Clauz aquí en Suecia y muy gentilmente se ofreció a ayudarme a aclarar mis dudas sobre el Karolinska, el instituto que decide cada año el ganador del premio Nobel de medicina. También dijo que podría hacerme los contactos si yo estaba interesado en visitar alguno de los muchos laboratorios donde se hace la muy famosa investigación médica que surge de esta institución. Está haciendo un doctorado en virología y su proyecto de investigación tiene que ver con identificar los sitios donde el virus de la inmunodeficiencia humana, VIH, se esconde cuando los medicamentos han reducido la carga viral a niveles indetectables pero que permiten el resurgimiento de la infección si se suspende la, hasta ahora, inevitable terapia perpetua con el coctel de fármacos que condujo a reducir los niveles del VIH en la sangre del paciente.
Almorzamos juntos a la espera de María, una amiga suya, sueca también, que está cursando una de las maestrías en las cuales estoy interesado y que también iba a responder mis preguntas, si tuviera, sobre el programa que estudia: Global Health. Mientras tanto Lina me contaba sobre ella, Edward (su novio), sobre dónde aprendió español, su doctorado, sus viajes a San Francisco para trabajar con los pacientes y yo le hablaba de mí, de qué buscaba en el Karolinska, de cuánto tiempo iba pasar en Estocolmo en esta ocasión y varios otros temas. Es una mujer muy amable, me sentí muy cómodo hablando con ella a pesar de mi balbuceante inglés (hasta que dijo que hablaba español y que le gustaría practicarlo). Pero no llevábamos ni cinco minutos en la comodidad de mi idioma, ella hablaba con su acento mitad mexicano y mitad español, cuando apareció María. Procedimos a cambiar de nuevo el idioma de la conversación. No es tan joven como Lina. Es más, dice que es de las de más edad y experiencia profesional en su maestría lo cual termina siendo una ventaja. María está en el programa de Global Health y con cada palabra que hablaba de su maestría me enrolaba más en mi decisión de hacerla. Que, como su nombre lo indica, tiene un enfoque global a diferencia del máster en Public health. Que solo es un año en vez de los dos que toman las demás maestría del Karolinska pero que eso no durará para siempre. Que está contenta con el curso que está tomando ahora que es de enfermedades infecciosas. Que las directivas prefieren un grupo internacional de estudiantes y que tengan bastante experiencia y no sean tan jóvenes. Que ahora que los extranjeros debemos pagar por el estudio en Suecia hay menos postulantes y que las directivas buscan cómo ayudar a los pocos para que no se pierda el carácter internacional del programa. Que los aportes que hacen las personas de más edad y los de otros países hace muy valiosa la discusión en clase. En fin, sin ser grandes descripciones, hubo palabras clave que me hicieron animarme. Mientras tanto Lina hacía preguntas clave que a mí no se me ocurrían y que hicieron en extremo provechoso el almuerzo con ellas dos.
Nos despedimos pensando que no será la última vez en el Karolinska, que haré los contactos para que Lina hable con el esposo de Irma Milena y puedan tal vez hacer algún convenio para trabajar en virología. Lina tal vez venga en unos años a vivir a Latinoamérica, María va a Mozambique como parte de su investigación para el trabajo final de la maestría y yo seguiré viendo cómo organizo mis cosas para estar estudiando y tal vez trabajando en el lugar que era mi sueño profesional en el pregrado, cuando pensaba que la investigación era una opción profesional de verdad. A lo mejor el año entrante o el siguiente estaré contando y sufriendo mi nuevo estudio.
Comentarios
y el par de damas con las que almorzó, deben ser muy inteligentes y disciplinadas porque no están en algo fácil...
ojalá estemos escuchando del inicio de sus estudios allá, y aprendiendo más de Estocolmo...