Muchos colombianos en países como en el que estoy, donde los conductores de automóvil respetan los pasos peatonales que nosotros llamamos cebras, han pasado por lo que yo cuando queremos cruzar una calle. Por nuestra habitual desconfianza a los conductores y por el desconocimiento general de que ellos deben detenerse antes de una cebra, así no haya semáforo, nosotros esperamos a que dejen de circular carros para poder cruzar la calle. Sin embargo, sucede que los conductores de estos países saben que el haber un peatón al lado de ese paso rayado los obliga a detener el vehículo. Y se da entonces durante medio segundo esa situación en que el conductor se pregunta por qué este peatón no cruza, ¿será que puedo arrancar? y el de a pie dice, por qué este conductor más bien no avanza y me deja pasar...
Pues sí. La costumbre y la norma en este país es que el peatón tiene toda la prioridad y el automóvil debe darle paso en esas zonas, que están bien demarcadas y con avisos que las señalan. Pero yo no me acostumbro a tanta dicha y siempre me detengo, miro a ambos lados, así la calle sea de un solo sentido, y solo después de asegurarme que el conductor me ha visto y va disminuyendo su velocidad, me atrevo a caminar hacia la otra acera. En Bogotá he visto el caso contrario, de amigos que viven en Nueva York y van cruzando sin siquiera disminuir la velocidad de su caminar y que se llevan su gran susto porque un carro pasa a su lado, porque alguien que los acompaña los hala del brazo o les grita que miren antes de cruzar. Y en Bogotá decimos "es que son muy confiados"; en esta ciudad podrán decir que soy muy desconfiado. Como buen conductor bogotano que soy no respeto todas las cebras como debiera. Cuando estoy en zonas residenciales generalmente dejo pasar al peatón así la cebra no esté demarcada o ya se haya borrado (algo que aquí a veces también pasa). Pero en algunas avenidas, como la Avenida de La Esperanza cerca de mi casa, no puedo detenerme a dar el paso. Primero porque los autos de los otros dos carriles no se detienen y segundo porque el carro de atrás no espera que yo pare en una avenida en la que podemos ir a 70 km/h.
Pero como esta ciudad por buena que sea no es perfecta, he visto algunos casos de conductores que no se detienen y de peatones que se lanzan a la cebra cuando el vehículo está muy cerca haciendo que el conductor tenga que aplicar bruscamente los frenos. Porque el conductor tiene toda la responsabilidad y donde llegue a atropellar a una persona sobre el paso peatonal se mete en tremendo lío, así haya habido mucha imprudencia del caminante.
Por eso siempre miro antes de cruzar. Y porque he visto que los conductores van con frecuencia distraídos en su teléfono, porque puede que no me hayan visto, porque con el invierno el suelo se pone resbaloso y yo no podré realizar maniobras evasivas y ellos tal vez no puedan parar a tiempo. O porque, aquí también pasa, pueden ir borrachos, dormidos o huyendo de la policía.
Y como las [buenas] costumbres no se pierden doy las gracias levantando mi mano a los conductores que se detienen y me dan paso. No sé en realidad ellos qué piensen de este saludo. Por si las dudas, a veces trato de sonreír.
Pues sí. La costumbre y la norma en este país es que el peatón tiene toda la prioridad y el automóvil debe darle paso en esas zonas, que están bien demarcadas y con avisos que las señalan. Pero yo no me acostumbro a tanta dicha y siempre me detengo, miro a ambos lados, así la calle sea de un solo sentido, y solo después de asegurarme que el conductor me ha visto y va disminuyendo su velocidad, me atrevo a caminar hacia la otra acera. En Bogotá he visto el caso contrario, de amigos que viven en Nueva York y van cruzando sin siquiera disminuir la velocidad de su caminar y que se llevan su gran susto porque un carro pasa a su lado, porque alguien que los acompaña los hala del brazo o les grita que miren antes de cruzar. Y en Bogotá decimos "es que son muy confiados"; en esta ciudad podrán decir que soy muy desconfiado. Como buen conductor bogotano que soy no respeto todas las cebras como debiera. Cuando estoy en zonas residenciales generalmente dejo pasar al peatón así la cebra no esté demarcada o ya se haya borrado (algo que aquí a veces también pasa). Pero en algunas avenidas, como la Avenida de La Esperanza cerca de mi casa, no puedo detenerme a dar el paso. Primero porque los autos de los otros dos carriles no se detienen y segundo porque el carro de atrás no espera que yo pare en una avenida en la que podemos ir a 70 km/h.
Pero como esta ciudad por buena que sea no es perfecta, he visto algunos casos de conductores que no se detienen y de peatones que se lanzan a la cebra cuando el vehículo está muy cerca haciendo que el conductor tenga que aplicar bruscamente los frenos. Porque el conductor tiene toda la responsabilidad y donde llegue a atropellar a una persona sobre el paso peatonal se mete en tremendo lío, así haya habido mucha imprudencia del caminante.
Por eso siempre miro antes de cruzar. Y porque he visto que los conductores van con frecuencia distraídos en su teléfono, porque puede que no me hayan visto, porque con el invierno el suelo se pone resbaloso y yo no podré realizar maniobras evasivas y ellos tal vez no puedan parar a tiempo. O porque, aquí también pasa, pueden ir borrachos, dormidos o huyendo de la policía.
Y como las [buenas] costumbres no se pierden doy las gracias levantando mi mano a los conductores que se detienen y me dan paso. No sé en realidad ellos qué piensen de este saludo. Por si las dudas, a veces trato de sonreír.
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