Publiqué ayer en mi blog Pido la palabra este texto que salió de un ejercicio más del diplomado.
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Con los codos apoyados sobre mis rodillas, tomándote entre mis dos manos, cierro los ojos y tu aroma me eleva. Viene a mis recuerdos un desayuno en la finca. Mesa burda de madera sobre el cemento entre las dos casas; en un plato las arepas recién asadas en el horno de leña mientras yo estoy sentado en el banco largo donde caben también mis hermanos. En mi ensoñación, como hoy, sostengo una taza sin orejas que me entrega un café lleno de misterios. Abro los ojos y estoy de vuelta en mi sala, sobre el piso, con postura de monje. Dirijo el borde del pocillo hacia mis labios que tiemblan ante el humeante líquido negro que se les aproxima pero el olfato los calma al contarles que no es ningún castigo medieval sino una forma más de complacerlos.
Comentarios
Gracias por entregarnos ese café con aroma a...paraíso.
Viviann