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Mostrando las entradas de diciembre, 2011

El momento

En una conversación, anoche, me contaban una especie de anécdota. Le preguntaban a algún alto ejecutivo de una gran mutinacional en dónde vivía. Y él, que llevaba 5 meses trasladándose entre diversas ciudades y países dijo inicialmente: "yo no vivo en ninguna parte". Luego de pensarlo un rato más dijo :"yo vivo donde está mi esposa. Mi regreso es donde ella está". Al menos así recuerdo o me inventé la anécdota. El caso es que la mujer no vivía en un solo sitio sino que, por su trabajo, viajaba entre Nueva York, Reino Unido y Francia. En el sentido estricto, él nunca regresaba de donde venía pero el viaje a donde estaba su pareja era su verdadero retorno. En las notas de mi teléfono quedó apuntado como "viajar vs regresar". La diferencia entre ir de un lado a otro y volver a dónde está la propio, la conexión a la realidad. Hace varios años leí por ahí algo acerca del sueño que tenemos todos de viajar si nos ganamos la lotería. La persona que escribía decí

De luces y sombras

Soy un animal diurno. Desde hace muchos años me despierto con la aurora entrando por la ventana. Dormir más allá me cuesta mucho trabajo. Por supuesto, muchas veces tengo que levantarme más temprano, cuando aún está oscuro. Pero a los pocos minutos ya empieza verse el azul del cielo. En la noche tengo algo más de tolerancia pero, en general, soy malo para trasnochar y con mucho esfuerzo llego solo hasta medianoche. Todo esto para hablar de los cortos días de 6 horas de luz que en esta época son la norma en Estocolmo. Oficialmente el amanecer es después de las 8 AM y el atardecer finaliza a eso de las 4. A esa hora es de noche. Levantarme a la hora en que lo hacía en Bogotá, digamos a las 6, ha sido imposible. El despertador del teléfono lanza su aviso a esa hora pero es como si me despertara a las 2. Embotado, a duras penas apago el timbre y vuelvo a dormir hasta que 9 minutos después vuelve y suena. En medio de esa repetición suena también el celular de Claudia y ni por esas logramo

Cuando la soledad vino a mi encuentro

La tradición que heredamos de España suele mostrar a la muerte como un esqueleto vestido con túnica y capucha y que lleva en su mano la guadaña con la cual corta la vida a los humanos. Supongo que debe haber por ahí, en alguna cultura, una personificación equivalente para la soledad. Mientras la encuentro, yo puedo decir que anoche la vi en persona. Alguna vez estuve cerca de la muerte, no iba tras de mi pero sentí su aliento que envolvía el pueblo donde estaba. Esa historia la conté  en otra ocasión . Hoy es el turno de mi encuentro con la muerte en vida. Estábamos en una reunión de extranjeros en Estocolmo, planeada por una organización que se encarga de contruir esas redes de expatriados que sirven como apoyo o simplemente diversión. Pasadas las 9 de la noche llegó una mujer que no conocíamos a sentarse con nosotros y nuestros amigos a entablar conversación, nada extraño porque de eso se tratan esas reuniones. Es venezolana, con ex esposo sueco y por eso llegó a esta ciudad. No sé

Rapidez

No es que acá no pase nada. Es que cuando pasa las respuestas son diferentes. Ayer al mediodía vi esta señal enfrente de mi edificio. Alguien pasó por encima de ella Hoy, menos de 24 horas después estaba así: Esos son los momentos en que me invade la cobarde envidia

Ahora sí: ¡nieve!

Está visto que en este barrio nieva menos. Al menos si lo comparo con la zona donde está la oficina de Clauz. Acá anoche venteó fuerte y hasta nos despertó pero no cayó más que una aguanieve jarta y peligrosa. En cambio por allá estaba blanco, no fue una gran tormenta ni se acumularon muchos centìmetros de nieve pero sí nieva con decisión y sin dudas. Ahora sí, es invierno. Esos sitios donde la nieve se ha vuelto como barro, si hace buen frío esta noche, mañana serán patinódromos por donde los mortales deberemos tratar de mantenernos en pie.

Como nos enseñaron las mamás

Muchos colombianos en países como en el que estoy, donde los conductores de automóvil respetan los pasos peatonales que nosotros llamamos cebras, han pasado por lo que yo cuando queremos cruzar una calle. Por nuestra habitual desconfianza a los conductores y por el desconocimiento general de que ellos deben detenerse antes de una cebra, así no haya semáforo, nosotros esperamos a que dejen de circular carros para poder cruzar la calle. Sin embargo, sucede que los conductores de estos países saben que el haber un peatón al lado de ese paso rayado los obliga a detener el vehículo. Y se da entonces durante medio segundo esa situación en que el conductor se pregunta por qué este peatón no cruza, ¿será que puedo arrancar? y el de a pie dice, por qué este conductor más bien no avanza y me deja pasar... Pues sí. La costumbre y la norma en este país es que el peatón tiene toda la prioridad y el automóvil debe darle paso en esas zonas, que están bien demarcadas y con avisos que las señalan. Pe

Lina, María y el Karolinska

"Soy rubia y de ojos azules. Llevaré un abrigo negro". Esas fueron las señas que me dio para reconocerla. Inicialmente dije: perfecto. Sólo después caí en cuenta que la gran mayoría de las mujeres en Estocolmo son rubias, tienen los ojos azules y, por esta época, llevan ropa muy oscura. Pensé, entonces, que tal vez no eran las mejores señas para reconocerla. Pero ella me tranquilizó diciendo que seguramente sería la única persona esperando en ese sitio: la entrada principal del Instituto Karolinska, justo bajo las letras doradas. Yo no conocía el sitio entonces supuse que sería suficiente aunque, por si acaso, yo llevaría mi chaqueta roja para que ella me encontrara si yo no lo lograba. En efecto, no es un sitio como para esperar a alguien en comienzos del invierno así que no había riesgo de no vernos. Yo llegué temprano porque mi bus pasó antes de lo esperado. Tuve, entonces, como 10 minutos para tomar algunas fotos y dar unas vueltas antes que ella me dijera “Hi, Mauricio?

Nieve. ¿Nieve?

Y continuando con lo incierto del pronóstico del clima y contradiciendo lo que había dicho en el post anterior, anoche nevó. Una especie de "garúa" de nieve que apenas si manchó el suelo de mi terraza y que en la calle ya despareció convirtiéndose en hielo en algunas zonas. Pero se nota que no ha enfriado tanto porque aún se ven charcos de agua líquida, esos que cuando de verdad baje la temperatura serán sólidos y resbaladizos. La gente caminaba con normalidad aunque nosotros tomábamos nuestras precauciones porque aún vamos descubriendo las zonas donde se forma hielo. Las líneas blancas de las cebras, los pasos peatonales, son lugares de riesgo. No son tan resbaladizas como las de Bogotá que con la sola lluvia se hacen jabonosas pero parece que son sitios que hay que transitar con más precaución. Hay una cosa acá que llaman "black ice". Ocurre, al menos, en las carreteras y es el hielo recien formado que no se distingue contra el asfalto. Y hace que los conducto

Invierno

Nos enseñaron en el colegio (sí, a usted también) que el invierno en el hemisferio norte comienza el 21 de diciembre. Digamos que oficialmente es así pero existen otros parámetros para definir si el invierno llegó o no, aparte de una fecha determinada. En este país se define el arribo del invierno cuando la temperatura promedio por cinco días seguidos es de cero grados celsius o inferior. Según eso, entendería que a cada ciudad le llega el invierno en un momento determinado porque no es lo mismo el norte que el sur de Suecia. Alguien, tal vez, me aclarará luego. En años anteriores ya se había declarado invierno para una fecha como la de hoy: 5 de diciembre. En esta ocasión parece que en Estocolmo solo entraremos a esta estación el próximo fin de semana porque el pronóstico del tiempo indica que  la tendencia es a estar bajo cero los próximos cinco o seis días. Pero eso del pronóstico del tiempo aquí también es una ciencia oculta. La semana pasada estuve muy pendiente de cuándo serí

Fotogenia

Salgo todos los días con mi cámara al hombro. Bueno, casi todos.  En los pocos días en que no la cargo me valgo de la cámara del viejo teléfono. Una vida de tres años largos en un celular es mucho tiempo, especialmente si es un iphone. La cámara Canon SLR que uso la compramos Clauz y yo luego que, de regreso del viaje a España, quedamos antojados de las cámaras que les vimos a los demás turistas. Eso fue hace tres años y desde entonces solo tuvo uso medianamente intensivo una vez en un el viaje al eje cafetero. Por lo demás ha estado guardada soñando con una Bogotá segura donde ella y alguien más pudieran salir a tomar fotos del centro y otros lugares. Sin preocuparse de los ladrones al acecho ni de los policías que la imaginen capturando imágenes con fines terroristas. En Estocolmo estamos felices. Ella y yo. A diario buscamos escenas que nos parezcan meritorias de archivar. Muchas veces tenemos el reto de enfrentar dificultades meteorológicas en las que manejar la luz o cambiar l

Turista (de otra parte)

Por mi vecindario pasa mucha gente con equipaje. Vivo en las cercanías de la estaciones centrales de los trenes, buses y metro (Tunnelbana) de Estocolmo. Será por eso que hay mucha gente con equipajes. Y también muchos que luchan contra el viento y los dobleces de los mapas, porque también cerca de donde vivo está Drottningattan, la calle que lleva al, tal vez, más buscado sitio turístico de Estocolmo: Gamla stan. Pero es el centro de la ciudad y no solo de ilusiones de viajeros se alimenta la zona. También hay comercio, incluido el de ciertos elementos no muy legales. Pero prefiero concentrarme en lo que cada maleta y su propietario llevan consigo y lo que buscan o sueñan con sus viajes, abrazando o abandadonando esta ciudad. Soy un turista de más largo plazo pero turista al fin y al cabo. Tal vez conozca algo más, me pierda un poco menos, me mueva más confiado por las calles y tenga intereses en conocer más allá del turismo inmediato. Pero me sigue moviendo la curiosidad de las n

¿A dónde se fueron los dueños?

En Estocolmo, y en otras ciudades suecas, es bastante común encontrar bicicletas abandonadas en los lugares en los que los usuarios las amarran. Surge siempre la pregunta, como surge en otras ciudades del mundo, ¿por qué las olvidan allí? Puede uno ver que no son bicicletas de lujo pero de todas formas no entiendo los motivos. ¿Son bicicletas ajenas? ¿Son de las bicicletas públicas? ¿Ha muerto su propietario? ¿Cambió de ciudad sin tomar la precaución de quitar la bici de allí? De lo más extraño para mí como visitante es que, a pesar que la evidencia muestre que lleva mucho tiempo ahí, nadie las quita. Alguna vez vi una de las abandonadas algo desvalijada, pero en general están completas. Estocolmo no es solo la ciudad de las bicicletas. Es, de paso, el cementrio de las bicicletas abandonadas. En Bogotá no sucedería esto por varias razones: 1. poca gente, en proporción a la población, usa la bicicleta para el transporte diario 2. No pasaría un día sin que la robaran o deguazaran. 3.