Estoy a 2551 metros y cuatro pisos sobre el nivel del mar. La foto es a 2.75 km aún más arriba.
Pasaron varios meses de vueltas, firmas, certificaciones, dedos negros untados de tinta y la incertidumbre por el anunciado aumento de tasas de interés. Desde la primera vez que averiguamos los trámites para el crédito que nos permitiría comprar el apartamento donde vivimos las tasas subieron 14% (del 1.0 al 1.14 mes vencido) y cada trámite devuelto, cada presentación personal, cada nueva certificación, cada término perentorio se confabulaba con una inflación galopante, un encaje bancario aumentado y una serie de medidas macroeconómicas que nunca había visto como propias.
Esa etapa terminó. Ya tengo el recibo para el pago de la primera cuota de la hipoteca. Quedan 179. Un porcentaje elevado son intereses pero desde el comienzo se abona a capital. Cuotas fijas, tasa congelada.
El certificado de tradición y libertad ya nos menciona a nosotros, Clauz y yo, como propietarios. Ya dormimos en nuestra propio inmueble. Y nuestro vehículo, que es como nuestro hijo de 4 años, tiene también su habitación propia en el sótano del edificio.
Ahora somos dueños de un trozo de aire a 2551 metros y cuatro pisos de altitud, una parte de un sótano y algún otro pedacito indeterminado de la copropiedad.
Pasaron varios meses de vueltas, firmas, certificaciones, dedos negros untados de tinta y la incertidumbre por el anunciado aumento de tasas de interés. Desde la primera vez que averiguamos los trámites para el crédito que nos permitiría comprar el apartamento donde vivimos las tasas subieron 14% (del 1.0 al 1.14 mes vencido) y cada trámite devuelto, cada presentación personal, cada nueva certificación, cada término perentorio se confabulaba con una inflación galopante, un encaje bancario aumentado y una serie de medidas macroeconómicas que nunca había visto como propias.
Esa etapa terminó. Ya tengo el recibo para el pago de la primera cuota de la hipoteca. Quedan 179. Un porcentaje elevado son intereses pero desde el comienzo se abona a capital. Cuotas fijas, tasa congelada.
El certificado de tradición y libertad ya nos menciona a nosotros, Clauz y yo, como propietarios. Ya dormimos en nuestra propio inmueble. Y nuestro vehículo, que es como nuestro hijo de 4 años, tiene también su habitación propia en el sótano del edificio.
Ahora somos dueños de un trozo de aire a 2551 metros y cuatro pisos de altitud, una parte de un sótano y algún otro pedacito indeterminado de la copropiedad.
Comentarios
No te quejes mucho... tengo unos amigos que se van para Bogotá (huyendo de tú sabes quién) y están fascinados con los precios de los inmuebles en Colombia.
Muchos saludos desde el hermano país.
Liz
Felicidades.
Que lo disfrute.
Patton, sí se siente un cosquilleo cuando se ve el nombre en el papelito y en la escritura... y en la cuenta de la hipoteca pero eso es otro cuento más normal excepto por el monto de la deuda...