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Corriendo un cuento

Así como el lunes comparé la escritura con el fútbol, como una forma de decir que a pesar del talento es necesario el entrenamiento, hoy quisiera relacionar el escribir con el atletismo.

Afirmábamos en el escrito anterior que es importante la práctica diaria. Pero ésta no es igual si tu interés es correr los cien metros planos, una carrera con obstáculos o la maratón. Además de las características físicas de cada atleta, que inciden en el tipo de competencia para la cual está más dispuesto, también el tipo de entrenamiento convierte su desarrollo y evolución en más o menos exitoso. Un escritor puede prepararse para carreras cortas o bien para competencias de largo aliento; llanas o con obstáculos; bajo techo o a campo traviesa. De esa forma, no es lo mismo ensayar para cuentos ultra cortos, cuentos largos, novelas o ensayos. Cada escrito requiere el desarrollo de habilidades y competencias únicas. Me dirás que hay escritores con una obra muy diversa donde caben todos los géneros o sub géneros. No lo niego, simplemente reconozco que su trabajo ha de ser desmesurado para hacerlo bien en todos.

Hay herramientas que sirven para todos los tipos de escritos. Pero hay otras que son propias de cada género. Si quisiéramos, por ejemplo, escribir una novela en la que el vértigo del cuento corto se encuentre en cada uno de sus párrafos, posiblemente sería muy difícil mantener la atención del lector en ella.

Ya que hablamos del lector, hay que señalar la principal diferencia con el atletismo. En este deporte quien se entrena es quien compite y corre la carrera. En la escritura, según mi opinión, quien corre es el lector. Quien se da el largo aliento o la exhalación del trayecto corto es la persona fuera del texto. Para él o ella es para quien corre el cronómetro. Para el escritor juicioso no existe relación directa entre la extensión del texto y el tiempo que le llevó crearlo y dejarlo en su estado "final". Escribir la primera versión de un cuento podría tomar poco tiempo. Su revisión, en cambio, toma usualmente muchísimo más donde se lo pule y se le saca brillo. Los textos, incluso, pueden requerir largos tiempos de maduración, como los quesos, durante los cuales las letrs no se mueven, reposan. En realidad quienes maduran en esa pausa son el escritor y su mente. Esa maduración se reflejan en una actitud diferentes hacia el texto, muchas veces una nueva aproximación al tema o historia que se quiere narrar.

Tal vez por esto es que a veces ciertos textos bien madurados se leen mejor mientras se bebe una copa de vino.

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PS: Hoy me excedí en el número de palabras, muchsa más de las 300 del ejercicio. Lo escribí a mano en el tiempo indicado pero al transcribirlo hoy tuvo muchos ajustes. El próximo tema será uno de los sugeridos

Comentarios

Esteban Dublín dijo…
¡Curling, por favor, Mauricio, Curling!
Esteban, el próximo no será deporte pero hay varios en las sugerencias habrá que enfrentarlos, incluido el curling. Habrá que aprender antes de enfrentarse o imaginarme los detalles
Anónimo dijo…
Correr varios kilómetros y leer varias páginas de un buen libro es lo más rico y agradable que uno pueda hacer…. (Lo digo porque me apasionan ambas cosas)

Muy buen escrito mi estimado…