Desde que salió la noticia del retiro de mercado de los juguetes de Mattel ha venido a mi memoria Topo Giggio. Cuando era aún más niño de lo que soy ahora (alrededor de los 6 años) mi muñeco preferido era este famoso roedor que nos mandaba “a la camita”. Era plástico y recuerdo que su pie izquierdo terminó deshecho con mis dientes. No sé cuánto plomo podría haber en el plástico de su piececito destrozado como si hubiese tenido cierta forma de gangrena. Se conocía desde hacía décadas el caso de las intoxicaciones con plomo proveniente de pinturas en los niños que descascaraban las paredes y se llevaban a la boca los coloridos residuos que de ellas caían. Pero nunca hubo tanta atención como hoy día
Tal vez el plástico de mi Topo Giggio no tuviera plomo por la pintura (era más bien pálido, color plástico de muñeca vieja) pero no tengo idea cuáles otras sustancias tóxicas derivadas del proceso de fabricación me tragué en esos años de feliz destrucción del pie de mi muñeco.
Hoy en mi casa hay un Elmo de Felpa rojo intenso. Nos miramos con recelo mutuo. Aunque no lleve pintura como tal, imagino la cantidad de cromo y otros metales o tal vez colorantes orgánicos no certificados que se hayan usado en la fabricación de sus telas. No tiene ni una etiqueta que diga en qué país fue hecho y quién es la compañía fabricante. Esa vaina de entender la química no ayuda mucho a la tranquilidad en estas épocas.
Lo que sucede hoy con los juguetes chinos (y con toda seguridad los de cualquier lugar) es una nueva versión de Chuky. Los muñecos se tornan enemigos mortales. Sin cuchillos pero llenos de electrones afilados que pueden reaccionar con nuestras proteínas. Un armagedón bastante particular.
De todas formas, mi colección de juguetes no corre el riesgo de ser echada a la caneca. Ni más faltaba.
Tal vez el plástico de mi Topo Giggio no tuviera plomo por la pintura (era más bien pálido, color plástico de muñeca vieja) pero no tengo idea cuáles otras sustancias tóxicas derivadas del proceso de fabricación me tragué en esos años de feliz destrucción del pie de mi muñeco.
Hoy en mi casa hay un Elmo de Felpa rojo intenso. Nos miramos con recelo mutuo. Aunque no lleve pintura como tal, imagino la cantidad de cromo y otros metales o tal vez colorantes orgánicos no certificados que se hayan usado en la fabricación de sus telas. No tiene ni una etiqueta que diga en qué país fue hecho y quién es la compañía fabricante. Esa vaina de entender la química no ayuda mucho a la tranquilidad en estas épocas.
Lo que sucede hoy con los juguetes chinos (y con toda seguridad los de cualquier lugar) es una nueva versión de Chuky. Los muñecos se tornan enemigos mortales. Sin cuchillos pero llenos de electrones afilados que pueden reaccionar con nuestras proteínas. Un armagedón bastante particular.
De todas formas, mi colección de juguetes no corre el riesgo de ser echada a la caneca. Ni más faltaba.
Comentarios
Ah el Topo Gigio, ud también :-)
y si, Mauricio, nosotros nos comíamos las barandas de las cunas y mordíamos los soldaditos de plomo y los carros "majorette" que eran también de plomo, sería por eso que la generación que engendramos, la de MTV, no salió sirviendo para nada?
Que frase la de la tigresa... rompe el alma...
(y los juguetes ya casi son de museo, no?)
Liz