I
Tarde
descubrieron los reyes magos que la famosa señal divina en el horizonte no era
otra cosa que una artimaña ordenada por Herodes para alejarlos de la escena del
crimen.
II
No habían
notado los tres viajeros del oriente cuánto habían cambiado los tiempos hasta
que en uno de sus viajes anuales a Belén se encontraron con un funcionario de
aduana, ateo, que decomisó el incienso y la mirra. Adujo que eran materiales de
origen vegetal proveniente de especies en vías de extinción.
Gaspar y
Baltasar fueron autorizados a seguir sin su cargamento. Prefirieron no
continuar hasta que el dedicado funcionario quedara satisfecho con la explicación
sobre el origen lícito del oro que portaba Melchor en sus valijas; hasta que se convenciera que no se trataba de
la utilidad de un tráfico de sustancias prohibidas por Roma, ni de contrabando
ni del robo de un museo.
El
funcionario es bastante testarudo y la discusión prosigue.
III*
Baltasar
había alistado su celular para, lo antes posible, hacer una selfie de ese irrepetible encuentro de los magos de oriente con el mesías. Para los
tres fue una mayúscula decepción encontrar al supuesto hijo de dios
revolcándose entre la paja que calentaban dos cuadrúpedos. Finalmente la fotografía
apareció en Instagram como parte de las obras filantrópicas de las
cortes orientales y no como el esperado encuentro entre el mundo terreno y el
mundo celeste.
Mientras
tanto, Herodes estaba lleno de satisfacción en su palacio al haber logrado, una
vez más, distraer a los magos y dirigirlos a un destino equivocado. Este juego
anual se estaba volviendo entretenido y sólo esperaba la llegada del próximo
enero para inventarse una triquiñuela nueva que cambiara la historia por los
siguientes doce meses.
*versión actualizada a los "avances tecnológicos" de 2018
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