Somos sus vasallos. Sus siervos. Aceptémoslo. Ellos esperan que les sirvamos y que les reconozcamos su dignidad. Que trabajemos para ellos y así poder usufructuar el erario en sus gustos y caprichos. Nos lo han hecho ver con el caso de las pensiones escandalosas, con el abuso de ex magistrado y contralora a sus vecinos, con la renovación y concesión leonina de contratos mineros.
Ellos forman nuestra realeza, nuestra nobleza y nuestros señores feudales. Como en el medioevo, los siervos trabajábamos para dar el tributo a nuestros señores. Y ellos tenían derechos sobre nosotros, nuestras vidas, nuestro cuerpo. Por eso debemos soportar que sus 14 escoltas se apropien de los terrenos comunes. Por eso tenemos que aceptar que nuestro edificio es indigno de estar junto a su vivienda y debemos aceptar que lo demuelan. Que por ellos usar uniforme entendamos que tienen el derecho de adaptar la ley a su voluntad y de montar una película (un falso positivo) cuando osamos levantar los ojos y decirles en la cara que el papel dice que ellos no tienen derecho. Pero el papel es pisoteado por nuestra nobleza
Podemos sentirnos en la Europa del 1500 al 1800. Tenemos los palacios construidos con nuestro dinero, las extravagancias de quienes viven aislados de la vida, y la obligación de servir, de prestar vasallaje. Por eso no debes criticar sus caravanas de escolta. No es que la necesiten sino es su forma de mostrarse mejores que nosotros. Por eso debemos aceptar que desocupen los ascensores o los gimnasios para que la gleba no los contamine. Y nunca debemos alzar los ojos. Como en la elevación durante el rito de la iglesia católica (porque ellos también son más que nosotros): de rodillas, contritos, con la mirada al suelo.
Pero Guy de Mompassant nos hizo ver en 'La máscara de la muerte roja' que cuando llegue la peste negra también los alcanzará a ellos.
---
Postscriptum: Más tarde de haber publicado este texto leo esta columna del escritor Ricardo Silva Romero. Coincindencialmente habla de esclavitud pero, por supuesto, está mejor escrita.
Ellos forman nuestra realeza, nuestra nobleza y nuestros señores feudales. Como en el medioevo, los siervos trabajábamos para dar el tributo a nuestros señores. Y ellos tenían derechos sobre nosotros, nuestras vidas, nuestro cuerpo. Por eso debemos soportar que sus 14 escoltas se apropien de los terrenos comunes. Por eso tenemos que aceptar que nuestro edificio es indigno de estar junto a su vivienda y debemos aceptar que lo demuelan. Que por ellos usar uniforme entendamos que tienen el derecho de adaptar la ley a su voluntad y de montar una película (un falso positivo) cuando osamos levantar los ojos y decirles en la cara que el papel dice que ellos no tienen derecho. Pero el papel es pisoteado por nuestra nobleza
Podemos sentirnos en la Europa del 1500 al 1800. Tenemos los palacios construidos con nuestro dinero, las extravagancias de quienes viven aislados de la vida, y la obligación de servir, de prestar vasallaje. Por eso no debes criticar sus caravanas de escolta. No es que la necesiten sino es su forma de mostrarse mejores que nosotros. Por eso debemos aceptar que desocupen los ascensores o los gimnasios para que la gleba no los contamine. Y nunca debemos alzar los ojos. Como en la elevación durante el rito de la iglesia católica (porque ellos también son más que nosotros): de rodillas, contritos, con la mirada al suelo.
Pero Guy de Mompassant nos hizo ver en 'La máscara de la muerte roja' que cuando llegue la peste negra también los alcanzará a ellos.
---
Postscriptum: Más tarde de haber publicado este texto leo esta columna del escritor Ricardo Silva Romero. Coincindencialmente habla de esclavitud pero, por supuesto, está mejor escrita.
Comentarios
Ahora, si esto sucede es porque nosotros lo hemos permitido. Porque por miedo o por supuesta conveniencia (creemos que es mejor pedir un favorcito en vez de exigir nuestros derechos) hemos dejado que el monstruo crezca.
Excelente post, saludos.