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Mostrando las entradas de septiembre, 2012

Somos unos idiotas todos*

El procurador, y nosotros caímos en su juego, convirtió nuestras quejas contra un político corrupto, tendencioso, abusivo y aprovechado en una cruzada contra la moral y el aborto. Entonces muchos de los que están contra el aborto lo apoyan no importa que este personaje esté confabulado con una corte suprema clientelista y un congreso putrefacto. Así quedamos de mal. Seguimos soportando un funcionario que cree que sus creencias están por encima de la constitución y la ley, uno que vende el poder investigativo del estado para su propio beneficio. A pesar que se haga llamar católico. ¡Ja! Y por supuesto, los jerarcas de cualquier rama del cristianismo son los primeros en apoyar a este bandido, como han hecho con muchos. Ellos son los que se hacen los de la vista gorda cuando les conviene. Vergüenza debería darles de llamarse cristianos. Y todo quedó limitado a si hay aborto o no. Somos unos idiotas todos. *Texto escrito sin autocensura, con prisa y con mucha rabia a partir de una

A lo mejor estoy seguro de algo

Estoy convencido que lo que escribo no es mío. Es decir, no lo inventé yo. Estoy seguro que alguien, ayer o hace tres mil años, tuvo la misma ocurrencia que pasó por mi mente. En ese sentido, cometo cierta forma de plagio cada vez que escribo; incluso cada vez que pienso. La forma en que hilo las ideas es solo mía pero cada una de ellas no es recién nacida. Eso no quita lo feliz que me siento cuando alguna idea se me ocurre, alguna combinación bonita de palabras, alguna imagen literaria. A lo mejor en algún lugar del mundo alguien piensa lo mismo que yo y escribe una idea que sí fue original mía sin yo saberlo. El conocimiento colectivo se la hizo llegar y retoñó en las antípodas, en otro idioma, sobre otro alfabeto. A lo mejor, quién sabe...

La televisión en mi historia actual

Nuestros biógrafos deberían dedicar especial atención a identificar y documentar la televisión que veíamos y cómo nuestras preferencias fueron variando a lo largo del tiempo. Diría mucho de quiénes éramos en cada periodo de nuestras vidas. Cuando estudiaran la etapa que vivo actualmente dedicarían especial atención al canal de cable Film & Arts porque se ha convertido en mi preferido. Pero no es un gusto reciente. F ue hace muchos años en ese mismo canal donde aprendí cuál fue la  Revolución del canto , en Estonia.  Haciendo honor a su nombre, el canal se dedica a transmitir series, miniseries y películas dedicadas al arte. También la ópera y el ballet ocupan una buena parte de su programación. De un año para acá es mi primera opción cuando enciendo el televisor, cada vez con mayor frecuencia. Y a veces me obsesiono con algunos programas como la miniserie Music Room que dieron durante junio y julio. Pero están también, por ejemplo, La vida privada de las obras maestras, Poirot y