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La reelección: un café recalentado

Pensaba escribir sobre la reelección cuando hubiera bajado un poco la marea del asunto y el tema se hubiera enfriado. Había designado esta mañana de sábado para escribir junto a un tinto fresco preparado con café recién molido de Don Pedro (el mejor de Bogotá a mi modo de ver) y me encuentro en el periódico una nueva noticia que recalienta el tema. Un agasajo a los magistrados que de alguna forma se opusieron a su aprobación en la corte constitucional. Y claro que lo reaviva porque le mete aún más el tufillo politiquero que ya se respiraba. Si antes era incómodo saber que este tribunal va más allá de las decisiones meramente judiciales e involucra favorecimientos o contradicciones políticas de lado y lado, ahora me siento como tomando un tinto recalentado. Entre más se enfría y se vuelve a hervir huele y sabe cada vez peor. En el momento en que usted lea estas reflexiones el tinto puede haber tenido uno o dos hervores más. Pobre del estómago que lo reciba.

Se ha dicho tanto sobre la reelección presidencial inmediata del presidente Uribe que encuentro difícil no caer en lugares comunes y repetir de manera inconsciente lo leído en tantas columnas u oído en el radio. Para mi es importante que se permita la opción de reelegir al gobernante si el pueblo considera que lo está haciendo bien. Perder un buen dirigente es como perder el panadero del barrio. Supongamos que veníamos acostumbrados a un pan excelente y por razones laborales el dueño de la panadería decide remover al “artesano de la harina” incluso a sabiendas que la calidad de su producto va a cambiar y muchos de sus hasta el momento fieles clientes se van a desencantar y buscar otras opciones. Lo malo es que cuando tenemos un gobernante que nos da un mal pan buscar otras opciones es prácticamente imposible hasta que termine su periodo. ¿Cómo nos ha ido con este panadero?

También se ha dicho un millón de veces que el presidente en ejercicio tiene la ventaja de aparecer en los medios por su posición y eso hace que sea una ventaja sobre los demás candidatos. Lo que no he oído es alguien diciendo que el presidente está también en una evidente desventaja en relación a los otros. Porque al doctor Uribe lo juzgaremos bajo los hechos de su mandato mientras que a los candidatos los evaluaremos de acuerdo a la belleza de sus promesas. A Horacio Serpa (para ponerle cara a la expresión candidato o precandidato pero puede ser cualquiera de ellos) sólo podremos analizarlo con base en lo que dice va a hacer si le damos la oportunidad de ser presidente. Es decir, únicamente tenemos vaguedades como respaldo para tomar la decisión. Al presidente Uribe lo siguen como una sombra los verdaderos resultados de su mandato. Sin entrar a discutir si ha sido bueno o malo este periodo que finaliza, un presidente en ejercicio carga con el lastre de lo que ha hecho y dejado de hacer, datos comprobables, conocidos por la oposición la cual no dudamos se encargará a lo largo de la campaña que se avecina de mostrarnoslos como lo peor que le ha podido pasar al país. En cambio los candidatos son por ahora promesas nada más, especialmente cuando no tienen mucho para mostrar de su pasado excepto las malas o buenas compañías y su comportamiento advenedizo arrimándose al árbol que mejor sombra le dé o tal vez al contrario, posiciones siempre consecuentes con su pensamiento. Incluso Enrique Peñaloza, quien sí pareciera tener pasado, no ha tenido la oportunidad de manejar al país y es muy diferente administrar a Bogotá que a Colombia entera. En resumen, los candidatos pueden resaltar los desaciertos de Uribe con pruebas, él en general no puede hacer lo mismo. Está en desventaja.

Gaviria y Pastrana se encuentran en un punto intermedio. De ellos tenemos un serie de hechos históricos para traer a colación pero entran como candidatos nuevos en el sentido de haber pasado cierto tiempo entre la finalización de sus mandatos y el posible comienzo de uno nuevo. Ellos también tienen su “handicap” pero menor que el de Álvaro Uribe. Depende la memoria de los votantes la cual suele ser bastante cortoplacista. ¿Será que alguno decide lanzarse? Está más clara la opción para Gaviria lo cual pondría en una difícil decisión al Partido Liberal.

Todo este proceso previo a la decisión de la corte nos ha permitido conocer lo mejor y lo peor de los actores políticos y no se puede esperar menos de lo que sucederá mientras se da la ratificación o modificación de la ley de garantías y en la campaña que viene. Si de algo ha servido y servirá todo esto es para conocer el calibre de buenos gobernantes de quienes nos dirigen o esperan dirigirnos, de quienes hacen parte del poder legislativo en todos sus niveles y de los magistrados de la corte constitucional. No podemos argumentar que se nos niega la oportunidad de conocerlos, aunque sea a través de los tamices propios de los medios de comunicación lejanos de lo que debería ser un actor imparcial y libre de compromisos económicos. Ni siquiera el periódico Voz proletaria, lejano a los grupos con el poder del dinero, podría ser catalogado de imparcial. Algunos pensarán que es el menos asociado a este adjetivo. Decídalo usted.

Los que tenemos padres o abuelos que nos han contado sobre el gobierno de Rojas Pinilla, el plebiscito, el voto femenino y la época de la violencia (desquite, sangrenegra, etc.) reconocemos que vivieron en momentos históricos del país. Nosotros estamos viviendo uno similar y dentro de cuarenta años estaremos contándole a nuestros hijos, sobrinos, nietos o sobrinos-nietos nuestra experiencia en este proceso. Ellos nos verán como nosotros veíamos a nuestos padres contándoles historias entretenidas, simpáticas e interesantes, muy lejanas a ellos y tal vez no alcancen a precibir la relación con su vida. Así como yo no entendía por qué hacían tanta algarabía 40 años después del asesinato de un tipo al que llamaban Gaitán hasta cuando a mi generación le asesinaron a Galán quien venía siendo como el gaitán de los 80 y entendí en un titular de periódico el dolor de los sueños extraviados. Vamos a ver qué historias podemos contarle a nuestros hijos y si ellos están interesados en escucharnos o en irse a bailar con sus amigos lo que en esos años sea el equivalente al reggaeton de nuestro tiempo.

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