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Huyendo

20 de marzo de 2005

Ayer encontré una noticia que me sacudió. En Manizales unos hombres fueron hasta la oficina de un congresista y lo abalearon junto a quien estaba con él. Aunque esta parte de la noticia es impactante lo que me afectó fue lo de la persona que acompañaba al congresista. Había pedido una cita con él para pedirle le ayudara a conseguir rural, era un estudiante de medicina a punto de terminar y necesitaba ubicarse pronto en su año rural obligatorio. Pidió cita con el congresista y lo sorprendió la muerte sin habérselo esperado. Aunque en general nadie espera su muerte, este hombre pidió cita con ella, la cumplió y la puntual muerte lo atendió, debidamente. Esa mañana al salir “no sabía que la luz de esa clara mañana era luz de su último día”[*]

En el mismo periódico donde estaba esta noticia encontré otra en la que el escritor colombiano Santiago Gamboa hablaba sobre su más reciente novela y al hablar de sus personajes decía algo como “todos huyen de algo”. ¿Huimos todos de algo? ¿En cuál novela nos encontramos y de qué huimos?

Y este estudiante, que seguramente le huía a la muerte como todos nosotros, en su carrera de escape no se dio cuenta que “el azar se le iba enredando, poderoso, invencible” [*]

Como el cuento de El jardinero del Rey y la Muerte (El gesto de la muerte, Jean Cocteau). Por huir de ella, él al contrario hizo lo necesario para encontrarla, como había estado escrito desde siempre.

Debo Terminar porque hay algo de lo que estoy huyendo y si no me apuro tal vez se me escape y lo pierda.
[*] De “Causas y Azares”, Silvio Rodríguez

Postscriptum: esto lo escribo el 15 de agosto de 2005 aunque el caso pasó hace alrededor de 10 días. Un hombre ingresó a una clínica bogotana a un chequeo médico y casualmente estaba en la habitación que había tenido hasta hace poco un narcotraficante y casualmente llevaba el mismo apellido. Un sicario llegó a asesinar al narcotraficante y mató al inocente paciente e hirió a dos familiares suyos. Definitivamente nadie se muere la víspera, como en el cuento del Jardinero del Rey.

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