Lo que me
llama la atención de la nueva restricción vehicular bogotana es el intento de
pensar diferente y plantear soluciones distintas. Aunque muchos quieran
mantenerse en el anterior o empeorarlo porque se resisten al doloroso cambio. Y
sí que lo estamos padeciendo todos.
Es lo mismo
que me interesa encontrar en esta apenas incipiente posibilidad de un eventual
diálogo con las guerrillas (¿Se nota mi escepticismo acera de un asunto aún
gaseoso y vago?). Una posibilidad nueva una exploración seria porque la
anterior estuvo cerca de alcanzar su objetivo pero no se ha logrado aún. "No
esperes resultados diferentes haciendo lo mismo". Tal vez buscando otras
rutas lleguemos adonde queremos. Sueño con que mi país viva tranquilo, con
los problemas "normales" de otros países. Aunque estoy convencido que
la guerrilla no es más que un conjunto de signos y síntomas sobre algo más
profundo.
Aunque dude
de manera categórica que la guerrilla luche por los desposeídos, eso no me
impide ver que estamos en un país desigual, donde los ricos tienen mucho y los
pobres nada. Un país donde los empleadores buscan con frecuencia explotar y
aprovecharse del empleado. Donde el empleado y el empleador ven el tener
trabajo como un favor que el dueño del capital hace a los otros. Un país donde
somos individualistas en extremo. Donde ser mayor de 35 te hace viejo para
muchas posibilidades laborales.
Me aterra pensar
que el "establecimiento" pueda ver cualquier tipo de logro como una
victoria. Y me atemoriza eso porque ya vivimos en un país donde los
privilegiados parecen ser miembros de las cortes europeas del siglo XVII. Los
que han logrado el poder piensan en su beneficio y actúan en ese sentido. Los
demás somos simplemente una masa que produce para que ellos se hagan más ricos.
Los gobernantes no buscan mejorar a la gran mayoría sino ordenar los eventos en
su beneficio. Como ejemplo la reciente reforma a la justicia donde los tres
poderes se amangualaron para recompensarse mutuamente. Y si ahora se comportan
así, cuáles derechos podrán otorgarse al considerarse vencedores. Una vez más,
como el rey vencedor de una batalla y con derecho a la apropiación del botín.
Y que sea claro
que no apoyo un triunfo de la guerrilla porque allá en su mundo propio, en su
burbuja, los comandantes son como nuestros gobernantes. Buscan solo el
beneficio propio.
¿Estará
preparado el país para un verdadero proceso de paz que conduzca a mediano plazo
a reducir la brecha social? ¿Estamos preparados para que tengamos que pagar más
impuestos para alcanzar logros sociales que beneficien a todos? ¿Estamos
preparados para ceder a nuestros privilegios, a que nuestros sueldos se
reduzcan o se aumenten los de nuestros subalternos para que un gerente de
compañía no gane 50 o más veces lo que gana el operario? ¿Estaremos preparados
para reconocer a quienes nos atienden como iguales y no como siervos? ¿Podrá
cualquier colombiano contar con la cabeza en alto cuál es su trabajo sin temor
a que lo excluyan? ¿Podremos dejar de calificar a los otros de tal forma que no
resulte una frase como "yo soy mejor que usted"?
Me pongo a
pensar en la complejidad del trabajo que tenemos que hacer para acortar esas diferencias y me asusto. Con o sin
guerrillas es el proceso de reconciliación que debemos lograr. Honestamente hoy
veo imposible o muy lejano ese sueño. Tal vez porque estamos tratando de
alcanzar por el camino que no es.
El proceso
de negociación que nos están pintando (sin haber nada claro aún) requerirá la
participación de todos los afectados por la violencia. Es decir de todos. Pero
no podemos ir como una masa manifestar las opiniones y lo que esperamos y
exigimos. Debemos segmentar esa masa en
cada uno de los grupos de interés, de los sectores que deberían ir a
manifestarse o a llevar al menos su "memorial de agravios".
¿Saldremos en decenas de grupitos cohesionados a levantar la voz y el puño? Y
regreso al tema de la individualidad. No estamos familiarizados con el concepto
de lo colectivo.
Yo pienso
que ese es el primer objetivo que deberíamos lograr. Crear un espíritu de
colectividad y compasión donde lo que le pase al otro me importe, pero de
verdad. Donde no solo sea decir "pobrecito" sino que tengamos los
mecanismos sociales para socorrer al pobrecito y ayudarlo a regresar al estado
que estaba antes de su desgracia.
Compasión
colectiva. Un estado que trabaje para todos y no para los reyezuelos. Y que
cada uno obtenga lo que desee y logre sin aplastar al otro. Donde las
diferencias se reconozcan y se respeten. Donde una mujer valga lo mismo que un
hombre o un homosexual. Un estado que valore la diferencia y los contrarios se
enfrenten a través de la dialéctica para seguir siendo contrarios pero mejores
cada uno.
Comencé
hablando del pico y placa y terminé hablando de la compasión y la diferencia y
de mis sueños de país. Tal vez antes que organizar todo lo que dije deberíamos
es, más bien, buscar un sueño más o menos común que nos permita a todos remar
para el mismo lado.
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