Me puso Miguel Camacho una de esas tareas de las que sabía yo que no podría enfrentar. Algo en tiempo de crónica mezclando el Estocolmo de hoy, la muerte de Gabriel García Márquez y la gran fiesta que armó cuando le entregaron el Nobel en esta ciudad. Aunque fuera labor para otros más grandes me quedaba esa espina clavada que me hacía difícil respirar. Así que la enfrenté y teniendo tan reciente la esforzada regrabación de El ahogado más hermoso del mundo para Lecturas de tabaquería salió esto, con evidentes y explícitas alusiones a ese cuento, que pueden oír acá y leer en algunos lugares de la red. Este texto es ligeramente distinto al que le envié a Miguel, Al fin y al cabo es fesco y la levadura aún lo está inflando.Es solo un desahogo, una liberación de algo que me oprimía. Podría haber llegado lejos pero esta flecha y este arco están en manos de un arquero más bien débil. *"La pregunta de un ahogado quién la puede contestar" uno de los pregones en 'Isabel'...